martes, 30 de julio de 2013

ÉL (LUIS BUÑUEL)

FICHA TÉCNICA




Título original: Él
Año: 1952
Duración: 92 min.
País: México
Director: Luis Buñuel
Guión: Luis Buñuel & Luis Alcoriza (Novela: Mercedes Pinto)
Música: Luis Hernández Bretón
Fotografía: Gabriel Figueroa (B&W)
Reparto: Arturo de Córdova, Delia Garcés, Aurora Walker, Carlos Martínez Baena
 
 
SINOPSIS

Francisco Galván de Montemayor, un hombre adinerado de apariencia tranquila, conservador, religioso y virgen, como cada Jueves Santo asiste a la ceremonia del mandatum, el lavatorio de pies que el sacerdote efectúa con singular delectación. Al ver los sensuales pies de una joven sentada en primera fila se queda prendado de su serena belleza. Francisco logra averiguar que la mujer de sus sueños se llama Gloria y va a contraer matrimonio con un viejo amigo suyo. Tras invitarlos a una fiesta en su mansión, conquista a Gloria y se casa con ella. A partir de la misma noche de bodas, los celos lo transforman en un ser obsesivo y paranoico, que sólo ve el asesinato y la mutilación como una solución a su locura. (FILMAFFINITY)
 
 
LA SANTÍSIMA TRINIDAD DE ÉL


No es la primera película en la que Luis Buñuel elige una iglesia para el comienzo del film, creo recordar también que lo hizo en El Ángel Exterminador y en Viridiana, dos de sus grandes obras maestras. Es un escenario que riega toda su filmografía y que sin duda es una de las inquietudes personales del director aragonés. La iglesia católica está presente en  todas sus películas y en todas interpreta un papel más o menos significativo, pero siempre relevante e insustituíble, ya sea como escenario, ya sea por la Fe Cristiana de alguno de los protagonistas o simplemente porque hay que hacer las cosas "como Dios manda". Él, no es una excepción, de hecho, pocas veces un cartel promocional de película es más descriptivo que éste. Tan solo 3 elementos: Él (Arturo de Córdova), Ella (Delia Garcés) y La Santa Madre Iglesia como escenario de fondo. La película arranca un Jueves Santo, con el ritual del lavatorio de pies, el sacerdote se dirige a la fila de niños con los pies descalzos y vemos a nuestro protagonista como Sacristán, ayuda al sacerdote durante la ceremonia, vierte el agua que va a ser utilizada durante el ritual, mientras la gente se agolpa para contemplar la morbosa escena; ver besar al poderoso sacerdote los pies de los desfavorecidos niños.

















Esto tiene un significado, D. Francisco es una persona importante e inflyente, poderosa. No se deja a cualquiera participar en una ceremonia religiosa y menos a mediados de los '50 y en México . Esto todavía es más facil de entender hoy día, cuando los niños desfavorecidos han sido susituídos por personas importantes de la comunidad para ser agasajados por el párroco.  Aunque la mejor descripción de nuestro protagonista y alma de la película  la ofrece la misma iglesia, en boca del sacerdote y amigo personal, el Padre Velasco, que además es el protagonista de la escena. Lo describe en diversas ocasiones, y siempre refiriéndose a él como una persona de conducta intachable, de un cristiano ejemplar y de todo un caballero. Lo que traducido a lenguaje actual y ajeno a la cristiandad debe interpretarse como un hombre maduro, adinerado, poderoso, solitario y virgen (nunca se llega a mencionar la palabra, pero así lo da a entender el mismo D. Francisco durante la cena en su casa donde describe su ideal de amor). Mientras el párroco dedica una especial entrega a su labor, nuestro protagonista distrae la mirada entre las personas que están sentadas en primera fila, allí descubrirá a nuestra protagonista femenina y al gran amor que lleva toda la vida esperando, la presentación no podía ser mejor, no podía ser más "buñuelesca", nos presenta a Gloria a través de sus zapatos. (El fetichismo de pies y calzado femenino es otro tema muy recurrente en todas sus películas y también en su vida) D. Francisco queda prendado por la belleza de sus pies, sus formas, su postura ... Para descubrir después una mujer de grandísima belleza y nada menos que sentada en la primera fila de la iglesia.


Desde el mismo instante en que fija en ella la mirada, queda atrapado por la necesidad de tenerla, no importa cuantos sacrificios tenga que hacer, no importa si hay que traicionar a algún amigo, es un hombre de éxito, ambicioso y con un sentido de la justicia (su justicia) exagerado. Buñuel nos presenta a Gloria como una mujer sencilla, de buena posición, educada, tan solo se permite un par de extravagancias en su personalidad, es argentina recién llegada a México y está comprometida con Raúl, ingeniero y muy buen amigo de D. Francisco. Como persona respetable, decente y comprometida que es, se aleja de cualquier situación que pudiera llegar a malinterpretarse por parte de nuestro protagonista, tanto es así, que tras el lavatorio de pies y la misa, ella le niega "la paz" a D. Francisco, a lo que él no sabe reaccionar, se limita a mirarla y a admirarla, a partir de ese momento se producirá una persecución hasta que consiga casarse con ella, como Dios manda.




LA SINRAZÓN DE LA EJEMPLARIDAD



Tras un comienzo que deja pocas dudas a la inventiva de las personalidades de los protagonistas, comienza una breve persecución por parte del ejemplar D. Francisco a la caza y captura de la hermosa Gloria. En un sociedad que conviene recordar, se trata del México de los años '50, la mujer hacía pocos años que tenía derecho a voto y nos encontramos ante una sociedad mayoritariamente machista, donde las mejores cualidades de una esposa deben ser la belleza, la sumisión y las buenas maneras. Así pues, ocurre algo en casa de D. Francisco que es buena prueba del retrato que hace el maestro aragonés de la realidad que vive. El mayordomo trata de ganarse los favores de una joven empleada de hogar, a lo que ésta se niega en diversas ocasiones (así lo indica su cara de susto) D. Francisco llega a la escena donde se cruza con la criada que sale atropellada de la estancia. El mayordomo disimula y D. Francisco le recrimina su actitud. Soluciona el problema despidiendo a la joven criada para que no distraiga a su fiel mayordomo.


Ese es el concepto de justicia de nuestro protagonista, hay que destacar también el pleito que mantiene con el gobierno o ayuntamiento (no lo deja claro) acerca de la propiedad de unas tierras que pertenecían a su familia desde hacía décadas y que por alguna razón le fueron arrebatadas. A lo largo de toda la película, se cuentan hasta 3 abogados diferentes que se hacen cargo de la causa y todos ellos le aconsejan que se retire, que no tiene opciones de ganar, y a todos ellos les espera el mismo final, son despedidos. D. Francisco es obstinado, perseverante y vehemente, cree que tiene razón y se debe hacer "justicia".  Tal vez esa perseverancia y esa seguridad en sí mismo fueron algunas de las razones que hicieron que la joven Gloria abandonara su compromiso con el prometedor Raúl y se casara con un hombre mucho mayor que ella y al que apenas conoce. D. Francisco asegura que ha esperado toda su vida al gran amor, y su actitud ante tal amor es igual que en sus negocios, no tolera la derrota y afirma "Ella tendría que quererme", ni siquiera contempla la posibilidad de un amor no correspondido. Puede ser que Gloria no sea un alma tan pura y casta como pretende aparentar. Personalmente, pienso que el error de Gloria fue provocado por su ambición de una vida acomodada. Ahora bien, tal ambición no puede presentarse como justificación de las vejaciones a las que la someterá su marido.


Tales justificaciones tampoco existen para nuestro protagonista, él ve motivos reales, provocaciones por parte de su mujer, provocaciones dirigidas a gustar a otros hombres, a reirse de su marido ... La mayor parte de los episodios de celos  viene narrada a modo de flashback, Gloria cuenta en primera persona los hechos. En mi opinión, y sin ser amante de tales recursos, pienso que es una auténtica genialidad de Buñuel por varios motivos, primero porque  en apenas 30 minutos de metraje ya nos presenta la desesperación de Gloria, no puede más, ya sabemos lo que nos viene por delante y el infierno que está viviendo junto a su marido,  y segundo, porque de esta manera no tiene que ponernos en situación, simplemente va al grano, dándole mucho ritmo a la película. Y tal es el ritmo que Gloria nos ofrece el primer arrebato la misma noche de bodas. En el tren de noche, su marido le pregunta los motivos por los que se ha casado con él, duda de su amor, y le pregunta con desprecio en quién piensa, sospechando de su expareja, siente celos acerca del pensamiento de su esposa en su noche de bodas ... La cosa pinta fea. Y como era de esperar no mejora, tan solo es un ejemplo de la luna de miel (o hiel) que le espera. Ni tan siquiera deja a su mujer hacerse una foto para que nadie pueda verla más tarde. Se limita  a dejarla hacer fotos a él mismo o a iglesias y monumentos, pero nunca a ella.

















El viaje de novios es un cúmulo de despropósitos, lo que en principio debería haber sido una de las épocas más felices de la pareja, se convierte en una pesadilla para ambos. Para el marido, porque en su cabeza (solo en su pensamiento), su mujer se dedica a flirtear con otros hombres y tan solo se ha casado con él por dinero y por despecho, mientras que para la mujer todavía es peor, su marido la acusa sin razón y sin motivo alguno de coquetear con extraños. El suceso más dramático tiene lugar cuando Gloria se encuentra con un conocido, es una población pequeña (la ciudad natal de D. Francisco) y coinciden en varias ocasiones, la primera vez se saludan afectuosamente, a lo que el marido reacciona de manera agresiva con el sujeto y con su mujer. Más tarde coinciden en una segunda ocasión en el restaurante del hotel, donde el conocido de Gloria bromea con el camarero y ríe a carcajadas, la respuesta de D. Francisco es un demoledor: "Me molesta la felicidad de los tontos", piensa que se ríen de él (dato a tener en cuenta, el egocentrismo) y obliga a su esposa a subir a la habitación y terminar de comer allí. Todavía molesto con el incidente del restaurante, comienza a oír voces tras la puerta de su habitación, piensa que el hombre los está espiando a través de la cerradura de la puerta, a lo que responde metiendo una aguja de tricotar por el ojo de la cerradura con el fin de dañar el ojo indiscreto, que obviamente, no existe.




ÍBAMOS A SER REINAS


Con el permiso de la gran Nuria Varela tomo prestado el título de su libro, y es que no se me ha ocurrido una manera mejor de describir el maltrato de la mujer en su propia casa. Ya no hablando del daño físico que puedan sufrir, si no también el desengaño emocional, personal y afectivo de quien es embaucado para que entre por su propio pie al matadero. Reina es como debió verse a sí misma Gloria la noche en la que decidió casarse con D. Francisco, y suponemos que también siguió imaginando que lo acontecido durante su luna de miel pasaría al llegar a casa. Se equivocaba. De hecho, el regreso a casa no hace sino empeorar la situación, suponemos que Gloria pensaba que iba a ser agasajada y mimada por su marido el resto de sus días. Basándonos en la seguridad del hombre a la hora de perseguir a su amada y la seguridad en sí mismo que mostraba  no es descabellado pensarlo, pero en lugar de mimos, caricias y demás arrumacos propios de una pareja recién casada, se encuentra con que su marido le impide salir de casa, impide que tenga cualquier tipo de contacto con otras personas, incluyendo la madre de ésta. Se muestra la personalidad más monstruosa de nuestro protagonista, no quiere que vea a nadie, no quiere que hable con nadie. La quiere solo para él, y comienza a desquiciarse ... Vemos una extraña mezcla de amor, odio, dependencia, locura y bipolaridad en D. Francisco, dependiendo del momento, vemos un hombre afligido, desvalido sin su esposa, incluso podríamos llegar a sentir lástima de él (grandísimo ejercicio de Arturo de Córdova) Para luego mostrarnos su cara más deleznable, se muestra agresivo, hiriente, posesivo e incluso con instintos homicidas.



Instintos que parecen no tener fin, propios de una mente enferma, tales instintos pasan por mantener en cautiverio a su esposa, y agredirla físicamente, no con el fin de hacer daño por que sí, más bien parece formar parte de una simbología, que dentro de quien estudia la mente humana debe tener un significado bien claro, no es mi caso, así que personalmente, lo asocio a algo sexual. Vemos a D. Francisco seleccionando diversos objetos, preparando un siniestro muestrario cuidadosamente, disfrutando mientras ordena tales objetos con macabros pensamientos. Una cuchilla de afeitar, algodón, hilo, tijeras ... lo vemos tensando una cuerda para comprobar su resistencia, de hecho, la cuerda llega a pasarla por la  muñeca de su esposa con el fin de atarla a la cama, pero Gloria se despierta sobresaltada y sale despavorida de la habitación. Aunque el objeto más significativo es un primer plano de una aguja de coser, que dentro de mi personal apreciación y conociendo la obra de Buñuel, estaría destinada a coser el sexo de su esposa.

















Tal actitud hace ser consciente a Gloria del peligro que realmente corre al lado de su marido, y así se demuestra también durante su conversación en el campanario, unos pocos minutos que son una maravilla, cine en estado puro, sensacional el ejercicio de Luis Buñuel, haciéndonos partícipes de la locura de Francisco y del terror de Gloria. Francisco insiste en la maravillosa vista y lo que le reconforta el lugar, mientras Gloria solo siente que tiene que salir de allí, sospecha que su marido quiere arrojarla al vacío.





TODOS ESTÁN LOCOS MENOS YO



Durante el transcurso del último tramo de la película, vemos a D. Francisco desquiciarse del todo, lo que en un principio podría haberse quedado en una personalidad posesiva y peligrosa, ahora nos lo muestra como alguien enfermo, con síntomas explícitos,  podemos ver el mundo a través de los ojos de nuestro protagonista. Con el pretexto del juicio acerca de las tierras reclamadas por D. Francisco, la pareja pasa más tiempo en soledad y ello da lugar a diversas situaciones poco deseables (sobretodo para Gloria). Buñuel nos muestra la caída del hombre educado y de comportamiento intachable, lo arroja al infierno de la locura, lo convierte en un pelele que no puede hacer otra cosa que dejarse llevar por sus arrebatos psicóticos. No queda sombra de lo que nos mostró en un principio, ni rastro de aquel hombre seguro de sí mismo, tan solo queda lugar para un marido que ha perdido la cabeza, que persigue a su mujer por la ciudad, que cree verla en cualquier esquina y en brazos de otros hombres. Tanto es así, que decide perseguir a una mujer que confunde con Gloria, va acompañada de otro hombre, y como no, se dirigen a la Iglesia. Ahí vemos un episodio de auténtica locura, D. Francisco sufre una serie de visiones, observa atónito como todo el mundo se ríe de él, se frota lo ojos conocedor (en el fondo) que no puede ser.
















En un maravilloso momento, podemos observar las dos realidades, la auténtica y la vivida por D. Francisco. Todos los presentes en la iglesia ríen, y ríen dirigiendo sus mofas hacia nuestro protagonista, cuando en realidad tan solo escuchan el sermón. El momento cumbre de la escena es cuando incluso su gran amigo, el padre Velasco, se burla de él. No puede soportarlo más, y ataca al cura, no sabemos si por sentirse traicionado al no llamar la atención del resto de fieles que se mofan o bien porque directamente lo interpreta como una falta de respeto demasiado grande. El caso es que el resto de asistente tienen que intervenir para que el altercado no pase a mayores.



















Finalizada la escena con un fundido a negro, comienza el desenlace del film, que como siempre, no comentaré por si alguien siente curiosidad por esta verdadera OBRA MAESTRA.