viernes, 9 de septiembre de 2016

PARAÍSO: FE

FICHA TÉCNICA

Título original: Paradies: Glaube (Paradise: Faith)
Año: 2012
Duración: 113 min.
País: Austria
Director: Ulrich Seidl
Guión: Ulrich Seidl, Veronika Franz
Fotografía: Wolfgang Thaler, Edward Lachman
Reparto: Maria Hofstatter, Nabil Saleh, Natalya Baranova
 
 
SINOPSIS

Segunda parte de la trilogía de Seidl sobre el "Amor", la "Fe" y la "Esperanza". Si "Liebe" se centraba en el sexo, en este caso el relato se centra en la religión y cuenta la historia de Annamaria, una técnico de hospital muy devota que se hace misionera. (FILMAFFINITY)
 
 
LOS DIEZ MANDAMIENTOS DE ULRICH

1.- Cuenta una historia.
2.- Si no sabes escribir, pide ayuda.
3.- Que esa historia despierte interés.
4.- Si eres Austríaco, demuéstralo.
5.- Contrata una protagonista sin fisuras.
6.- Instala esa protagonista en un entorno real.
7.- Contrata un tirado que pretenda ser actor.
8.- Despelleja al sistema si no te gusta.
9.- Sacas los colores a tus compatriotas.
10.- Enseña algunas tetas.


LAS APARIENCIAS (A VECES) ENGAÑAN

La vida, como el cine, está llena de tópicos y parece que a esta trilogía le siguen un buen puñado de ellos, y a esta segunda entrega más aún. Después de la más que aceptable "Paraíso: Amor" había ganas de ver lo que el austríaco Ulrich Seidl iba a hacer con la fe. Aquello de segundas partes nunca fueron buenas no va con él. El nexo de unión entre ambas películas pasa prácticamente desapercibido, Anna Maria (la protagonista de la película) es hermana de Teresa (protagonista de Paraíso: Amor) y es quien se quedaba al cuidado de su sobrina durante el viaje vacacional a Kenia. No hay más unión, ni falta que hace. No se trata de una historia con continuidad, sino de 3 historias diferentes e independientes, cada una de ellas nos muestra las vacaciones solitarias de 3 mujeres de una misma familia que sirven al director, guionista y productor austríaco para reflexionar y hacer reflexionar sobre aspectos tan importantes de la vida como la fe, en este caso.



Las intenciones del director son las que no engañan en ningún momento, al ver el cartel y leer el título de la película ya nos pone sobre aviso. Una sátira tomada muy en serio sobre la fe humana, una mujer con la falda levantada frente a un crucifijo, tal vez sea escandaloso, pero no puede ser más efectivo a la hora de ahuyentar a quien se critica en el film. Quien comparta todo o parte de las vivencias de Anna Maria le resultará difícil ver completa la película. Lo que sí engaña es la sinopsis en la archiconocida web Filmaffinity, una vez más, doy por sentado que quien la redactó no ha visto la película, y si la ha visto, no debería dedicarse a esto del cine.


DESMONTANDO LOS MANDAMIENTOS DE ULRICH


La película es bien sencilla en su contenido y en sus formas. Transcurre en una sola línea argumental, como no podía ser de otra manera, con muy pocos personajes, el director no enjuicia, simplemente muestra, y allá cada cual con sus conclusiones. El estilo de Seidl es el mismo que en toda su filmografía y que no puede negar que es europeo, planos simétricos, largos, austeros... Y en muchas ocasiones, a espaldas de los protagonistas, desde "Elephant" de Gus Van Sant, que se no había visto tanto cogote. No llega a resultar molesto, puesto que en esta ocasión es necesario para mostrarnos cómo es la vida de los protagonistas, y más concretamente la de Anna Maria.






 
 
 
 
 
 

Como guionista tampoco trata de apabullar, y encuentra en la sencillez su mayor aliado, nos muestra una sola estancia donde entra el protagonista de la escena, dice lo que tiene que decir y se marcha dejándola vacía. Todo este repertorio no es fortuito ni falta de ganas, simplemente es un recurso muy hábil para mostrarnos la vida de los protagonistas como si de una ventana abierta se tratara, por la cual el espectador puede asomarse sin ser visto y contemplar  la realidad, una realidad veraz, sin juicios de valor, eso lo deja a cargo de los ojos que miran.





También siendo fiel a su estilo, no puede faltar la ironía en todo aquello que hace, desde los carteles a los títulos, pasando por situar a sus protagonistas en situaciones embarazodas con el fin de ridiculizarlos, y es que su forma de mirar el mundo puede llegar a resultar incómoda. Tanto es así, que muestra a su país, Austria, como un lugar que pese a que pueda parecer un paraíso, es en realidad una ratonera para algunos de sus habitantes, muestra de manera muy convincente los contrastes del 'Primer Mundo' y las miserias de los países 'civilizados' pese a las comodidades, los sueños alcanzados de unos pocos y la corrección de sus maneras.





ANNA MARIA, LA CACHONDA


Protagonista indiscutible del film interpretada magistralmente por Maria Hofstatter, actriz fetiche del director, es una mujer rozando la madurez que trabaja en un hospital, forma parte del departamento de radiología, vive sola (al menos desde hace algún tiempo) y es una ferviente religiosa. La primera escena de la película ya nos indica el camino que va a seguir el argumento. Vemos a Anna Maria flagelándose frente a Cristo crucificado mienstras reza con verdadera devoción.



 
 
 
 
 
 
 
 
 
Es la figura incomprendida por la que decido incluirla en el blog. Durante los primeros minutos de metraje, el director nos muestra su día a día, no escatima minutos interminables con ausencia total de diálogo, es simplemente ella en su entorno. Nos muestra una casa austera, repleta de símbolos religiosos, ordenada, recta, limpia ... Como Dios manda ... Respecto al hospital donde trabaja, parece un reflejo de su personalidad y de su casa, y como no, de su país. Estancias asépticas, austeras, entre los compañeros se dedican las palabras justas y a los pacientes que atiende no les dedica más de las palabras necesarias.
 
 
Echo de menos algún tipo de decoración en las paredes típica de los ambulatorios españoles, como el póster de la enfermera que manda silencio o el cartel "Espere a ser llamado". En fin, esa maquinaria impoluta sin una sola marca de uso, todos los papeles ordenados, los pacientes  acatando las órdenes del personal sanitario sin pronunciar palabra y las batas de color blanco nuclear. Las cosas funcionan bien en ese hospital, esa perfección deslumbrante y prolongada en el tiempo es la que saca de quicio a los mortales y la que camufla la letrina de un Estado.
 

Hábilmente y en apenas 15 minutos nos transmite mucha información, en primer lugar, Anna Maria no es de clase baja, lleva una vida más o menos cómoda y en ningún momento puede pensarse que se aferra a la religión con la esperanza de alcanzar una vida mejor. En segundo lugar, Anna Maria tiene estudios superiores, vemos como maneja con destreza aparatos de electromedicina, por lo tanto también queda descartada la posibilidad de una falta de formación  o información. Con ello no quiero sugerir que todas las personas religiosas lo sean porque carecen de estudios o porque viven en la miseria, pero el sectarismo y radicalismo de su fe hace pensar que ese tipo de personas serían su presa más sencilla. La razón la conoceremos un poco más adelante, o mejor dicho, la deduciremos. Sin embargo el objetivo es claro, lograr que Austria vuelva a ser católica con la ayuda de la "Legión del corazón de Jesús" que no es otra cosa que un puñado de gente tan peculiar como Anna Maria.



La inclusión de este grupo reducido de personas, apenas tiene peso en el argumento de la película, sin embargo resulta vital para que el director plasme una de las grandes prerrogativas de la religión en general, la necesidad de expandirse, de crecer, de transmitir las creencias propias a otras personas que no las conocen, no las comparten o directamente las ignoran. La humanidad ha escrito su historia con sangre bajo esa prerrogativa, basta con recordar las Revoluciones Islámicas o las Cruzadas Cristianas. No obstante, lo realmente llamativo de la personalidad de la protagonista viene dado por la dualidad en sus sentimientos, provocada tal vez por una gran confusión que no logra resolver, o bien, porque va un paso más allá en sus creencias. La vemos en innumerables ocasiones rezar, mirar fijamente a estampitas y crucifijos, pero también vemos conductas menos comunes. La vemos flagelándose, recordemos que es la imagen con la que comienza la película, además de provocándose castigo físico continuado, supuestamente para alejar malos pensamientos y depurar sus pecados. Se ciñe un cinturón de espinas que rodea su cintura mientras realiza las tareas propias del hogar. Hasta aquí podíamos pensar que no es más que una exaltada que lleva un paso más allá su creencias, pero lo realmente alarmante sucede durante una noche... Anna Maria está acostada en la cama y mira embelesada la imagen de Jesús en la cruz, y tan embelesada está que termina por descolgar la figura, acariciarla y masturbarse con ella. Este hecho va en contra de todo cuanto predica, de todo cuanto anhela y desde luego hace dudar si el amor por Jesús es más terrenal que divino. Por lo que tampoco cabría descartar si el castigo físico es provocado por alguna tendencia sadomasoquista en lugar de técnica de depuración del alma.














NABIL, EL TIRADO

Marido de Anna Maria e interpretado por Nabil Saleh, es un musulmán postrado en una silla de ruedas que un buen día reaparece en la casa familiar. Llama la atención que el personaje se llame igual que el intérprete, y al entrar en su ficha de imdb descubrimos que es la primera y única aparición en la gran pantalla. Con esto se simplifican las cosas, ¿Para qué darle otro nombre? Mejor no confundirlo porque por la manera de actuar que tiene, es más que probable que el hombre sea tal y como se muestra en la película. Se interpreta a sí mismo.


Su aparición desmonta la ordenada vida de Anna Maria y también nos sirve para despejar numerosas dudas sobre la vida pasada de la protagonista. Es un hombre maleducado y machista, sin embargo, se muestra más cercano a la vida real y a la sociedad que la propia Anna Maria, no concibe cómo puede relacionarse con la "Legión" y trata de hacerle ver que no es saludable. Por contra, pese a que en los primeros momentos de reencuentro parece dispuesto a complacer a su mujer para lograr retomar la relación, cada intento de acercamiento es repelido y ello va haciendo que la complacencia inicial se convierta poco a poco en exigencias hacia Anna Maria. En definitiva, su entrada en escena es una mecha que se va consumiendo poco a poco hasta llegar el estallido final.














Por la casa adaptada a su discapacidad podemos deducir que cuando se marchó (o lo echaron) ya había sido víctima del accidente de tráfico que lo dejó lisiado. Y tal vez, dicho accidente sea la razón por la que Anna Maria se entrega a los brazos del extremismo católico. No parece lógico pensar que siempre ha sido así. Una cristiana tan ferviente nunca se habría casado con un musulmán y mucho menos habría dejado que su mantrimonio terminase. Parece ser que la religión es el clavo ardiendo al que se aferra la protagonista, su manera de comenzar una vida y hacer borrón y cuenta nueva. Pese a todo, Anna Maria se apiada de su marido regresado, y aunque le mande a dormir al sofá y establezca unas reglas para la convivencia, le ayuda a moverse por la casa, cocina para él y le aconseja que abandone ciertos vicios. 




EL CORÁN VS. LA BIBLIA


Como dirían muchas personas casadas: Comienza la convivencia y con ella los problemas. Y en esta ocasión se cumple a rajatabla. Transcurridos los primeros momentos dubitativos por ambas partes a la hora de iniciar la convivencia, donde Anna Maria trata de ser complaciente en la medida de lo posible con su marido, y éste suelta su discurso sobre las buenas intenciones que ahora trae consigo, comienza una batalla campal donde los peores parados son ellos, y con ellos sus símbolos religiosos. No vemos discusiones airadas en un principio, tan solo pequeños gestos.

 













Nabil descubre con sorpresa que en la habitación del matrimonio, ahora ocupada solamente por su mujer, un cuadro que representa la peregrinación a La Meca ha sido ocultada bajo una tela. Se afana a descubrirla de nuevo. Pese a no ser un musulmán practicante, recordemos que el accidente de tráfico que sufrió fue a consecuencia del alcohol (prohibido por el Islam), el gesto de ver la imagen tapada parece enfadarle bastante, y decide cobrarse venganza. 












 
En la mesilla de noche de Anna Maria luce una estampita de Jesús, que es sustituída rápidamente por Nabil por una foto de su boda, hecho significativo es que el director escoja este tipo de imágenes, deja en cuestión si se trata de un duelo de fe entre religiones o si se trata simplemente de un ataque de celos, en el fondo y si dejamos a un lado la religión, sustituye un hombre por otro. No conforme con eso, se dedica a derribar todas las cruces que su mujer tiene colgadas en las paredes de la casa, que no son pocas. Por su parte, Anna Maria, escandalizada por todo lo acontecido aprovecha los momento que su marido duerme para rociarlo con agua bendita, una manera de expulsar al demonio hombre y al demonio Islam de su casa.











 
Y como no podía ser de otra manera, la situación termina enquistándose y dejando escapar la bestia que Nabil lleva dentro, es un polvorín a punto de estallar. Comienza por exigir que su mujer le pida permiso para que alguien la visite en su casa, trata de ordenarle que salga lo menos posible de casa, y también atender determinados instintos. Conductas que llevan a la pareja un paso más allá de una mera discusión marital.





LA LETRINA DEL ESTADO

Brillante la manera del director de mostrarnos la radiografía de su país, pone como excusa las visitas misioneras de Anna Maria a casas austríacas con la finalidad de convertirlos al catolicismo. Así pues, nuestra protagonista dedica su mes de vacaciones a ir puerta a puerta con una virgen a cuestas y tratar de rebatir los argumentos con los que se encuentra. Las casas visitadas no pueden ser más representativas de los estratos sociales del 'Primer Mundo'. La primera visita la conduce a una casa de inmigrantes que viven con lo justo y que se dedican a trabajar de sol a sol para poder pagar las facturas y ahorrar algo de dinero.  En su segunda visita, se encuentra a un matrimonio de mediana edad a los que parece que no les van nada mal las cosas, se aprecia una casa donde existe un poder adquisitivo importante. En esta ocasión, la conversación va encaminada a la necesidad de erradicar la lujuria, mientras que el matrimonio (casados en segundas nupcias y con hijos de anteriores matrimonios) defiende la postura del sexo: Sí y con control de natalidad.















La tercera y cuarta visita de Anna Maria, parecen sacadas de una película de Buñuel, nos muestra a la misionera pasando serios apuros, en primer lugar con un hombre de avanzada edad soltero, que hasta la muerte de su madre vivía con ella, y que parece sufrir síndrome de diógenes. Y no solo eso, parece capaz de asumir cualquier verdad que le vuente la misionera solo con la intención de complacerla y obtener ciertos favores.



Aunque donde más apurada vemos a nuestra protagonista es en la visita a una mujer de origen eslavo, que todo parece indicar que se dedica a la prostitución y que no pasa por su mejor momento. La vemos completamente borracha, burlándose de Anna Maria, criticando la forma de vida austríaca, y también nostálgica por momentos. No obstante, lo más destacable de esta visita es el intento reiterado de abusar sexualmente de Anna Maria, e incluso se permite la licencia de decirle que si quisiera, podría sacar cuanto necesite de los hombres.













No desvelaré todo el contenido de las conversaciones porque son para escucharlas en primera persona, hay algunas diganas de atención. Como retrato final de la sociedad austríaca, al bueno de Ulrich no se le ocurre otra cosa que meter a su protagonista en plena escena orgiástica tras un duro día de misiones ... Resulta del todo cómico ver como un grupo de personas mantiene sexo en un parque público, mientras que Anna Maria se dedica a apretar su rosario sin desviar la vista hacia otro lado, eso sí, una vez llega  a casa se baña y se frota a conciencia por si algo le hubieran contagiado. En fin, una película digna de ser vista con todos los sentidos, plagada de realismo, de ironía y como no, pena.




CURIOSIDADES Y DEMÁS TONTERÍAS

Comentaba al principio de la entrada, que tanto plano por detrás y tanto cogote me había recordado a Elephant de Gus Van Sant, pero ésta no ha sido la única referencia con la que me he topado viendo la película. Por el realismo que destila, dados los largos planos, la austeridad de la casa, los silencios prolongados, y por el protagonismo absoluto de una mujer, no puedo evitar recordar una gran (y larga) película: Jeanne Dielman, 23, quai du Commerce, 1080 Bruxelles Donde una mujer joven y viuda vive con su hijo y se dedica a la prostitución.
Aunque el personaje que más me vino a la cabeza tras ver este Paraiso:Fe, fue el del leproso de Viridiana. No porque guarde ninguna similitud en el argumento, sino porque Buñuel se enfrentó a productores por contrarar un auténtico indigente para el papel, y es que el caso de Nabil, me parece que no debe ir demasiado desencaminado.
En definitiva, una película no apta para todos los estómagos, mucha gente se aburrirá, otros criticarán la poca vergüenza por permitir este tipo de blasfemias y luego estamos los raros, a los que nos gustará.